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¿El trago tiene la culpa?

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25/03/2012   La emoción patriótica de mi comadre cochabambina quiso trasladarme al vecino puerto de Arica para celebrar allí el Día del Mar, pero los bloqueos, paros y manifestaciones nos impidieron llegar al Pacífico en pos de una utópica playa bautizada por nuestra fantasía como Playa Choquehuanca, quedando así frustrado nuestro sueño de darnos un pediluvio en aguas saladas.
En venganza contra el destino, ella me condujo a la ciudad del Rocha River, también conocida como el ‘Downtown boliviano’.

Nos dirigimos resueltamente al bar Comercio, que no lo visitamos desde hace tres meses. Fuimos recibidos afectuosamente por los pensadores, filósofos e intelectuales que se habían reunido ayer para debatir sobre un tema actual que nos pareció fascinante: ¿El trago tiene culpa?, coincidente en el tiempo con la honda preocupación de senadores y diputados del Movimiento Al Socialismo que se estrujan el cerebro para dotar al país de una ley contra los excesos del alcohol en ciudades y pueblos bolivianos.

Llegamos en el momento en el que el pensador greco-cochabambino Aristóteles Giorgiadis Quiroga decía: “Parece que el oficialismo al no poder solucionar los graves problemas de inseguridad ciudadana, ataques a la minería privada por turbas organizadas en Huanuni, aprestos en el Tipnis para marchar nuevamente hacia La Paz, opiniones adversas a la construcción de un nuevo Palacio de Gobierno con helipuerto y disputas limítrofes entre departamentos y municipios, cree que una ley para disminuir el consumo de bebidas alcohólicas solucionará automáticamente esos y otros conflictos”.


La selecta concurrencia reunida en el bar Comercio estalló en aplausos para el insigne orador greco-cochabambino y se escucharon gritos de protesta contra el Gobierno sintetizados en esta expresión: “¡El trago no es culpable de la situación actual, sino la ineficiencia de los gobernantes!”.


Un morenito parecido al ‘Negro’ Guardia invitó cerveza a todos los sedientos que aplaudimos y expresó: “A este pueblo que soporta estoicamente la miseria actual y ve con pasmo los proyectos faraónicos de sus actuales gobernantes, quieren ahora exigir que consuma menos chicha y menos cervecita, que nos ayudan a sobrellevar nuestra pobreza y nuestras decepciones”.


Un tarateño inteligente defendió el consumo moderado y señaló un viejo aforismo que dice: “Desconfía del hombre que no bebe”, añadiendo que el senador Fidel Surco, notable político masista, atribuye su elocuencia parlamentaria al consumo de bebidas alcohólicas.
Otros oradores vallunos defendieron el consumo normal de la cerveza asegurando que grandes pueblos como Alemania, Inglaterra y Francia son pueblos felices.


Al salir del evento, mi comadre Macacha me dijo: “Me parece una tontería que ahora el Gobierno quiera solucionar sus graves problemas tratando de imponer una especie de ley seca”, invitándome a Quillacollo para servirnos unos chicharrones con unos sorbitos de chicha o de cerveza.
 

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