Indignados

Colonias en Europa
Roger Cortez


07/04/2012   “Dado que tengo ya una edad que no me permite recurrir a (las armas), no encuentro otra solución que un final digno antes de empezar a rebuscar comida entre la basura”, dice la carta encontrada en el cadáver de Dimitris Christulas, después de que se descerrajara un tiro en la cabeza, este miércoles, en la plaza Syntagma de Atenas, Grecia. 





Mientras la mayor parte de los cables noticiosos nos hablan exclusivamente del “desesperado acto de un jubilado”, unos pocos —como el despacho firmado por María Sánchez-Vallejo— dan a conocer que Dimitris era un convencido partícipe de los Indignados y que planificó su muerte como una estrategia contra lo que llamó “la ocupación de su país”.


En su carta enjuicia a políticos y banqueros como responsables del gigantesco desastre financiero que ha llevado a brutales y sucesivos recortes de salarios y pensiones impuestos por la dupla encabezada por Ángela Merkel y por Nicolás Sarkozy, y el FMI a los llamados PIGS (cerdos): Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España, los países más endeudados de Europa.

Se atraviesa allá una situación absolutamente impensable hace poco, que tiene como una de sus manifestaciones más notables un grado superlativo de injerencismo de las potencias mayores en las decisiones de los países caídos en desgracia. Así lo denuncia el profesor universitario Javier del Rey, quien en su artículo “España, ¿una provincia alemana?” afirma que Alemania impuso a España, este año, una reforma constitucional para limitar el gasto público pocas semanas después de haber derrocado, junto con Francia, a los gobiernos griego e italiano. Su conclusión es que las palabras “soberanía nacional” y “democracia” han pasado a la historia y que hoy en día están vacías de significado en Europa occidental, allá donde nacieron la concepción y el modelo del Estado nacional.

El disparo con que Dimitris Christulas puso fin a su vida y acusó a quienes enterraron cualquier resto de autodeterminación de su país resonará por mucho tiempo y probablemente dará nuevo vigor al movimiento juvenil inspirado por el islandés Hördur Torfason, que clama contra la desocupación, la pobreza, la inseguridad y ahora la franca subordinación de sus países.

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