Ojo de vidrio


Constructoras del vivir bien

Ramón Rocha Monroy

24/04/2012   Alejandra Ramírez es socióloga e investigadora del Centro de Estudios Superiores (CESU), de la Universidad de San Simón. Ha terminado su tesis de doctorado sobre desarrollo sustentable, que presentará a la Universidad de Chile, un concepto que está de moda y tiene que ver con las formas de construir el vivir bien, una consigna que abunda en las políticas públicas del actual proceso. 



Pero Alejandra no comparte el criterio de construir el vivir bien desde arriba, mediante decretos, sino desde las bases, desde la comunidad, un escenario en el cual las personas más importantes son las mujeres.
La sociedad patriarcal ha asignado a las mujeres los roles de madre, de protectora de la familia en relación con la comunidad, con el vecindario, con la educación de los hijos, los problemas del agua, del mercado y de la cocina, mientras los varones se han reservado un ámbito más abstracto que tiene que ver con lo público, creando una falsa dicotomía entre lo público y lo privado. Aun así, es evidente que las mujeres actúan en un escenario donde se construyen los niveles de vida en cada comunidad.
La tesis de Alejandra examina el problema en términos históricos y actuales. En el primer caso, se pregunta cuál ha sido la contribución histórica de las mujeres a la construcción de nuestra ciudad. En este escenario, hay que examinar la actuación de las Heroínas de la Coronilla, la lucha de Adela Zamudio contra la sociedad patriarcal, la relación de la Sociedad Hijas del Pueblo con las vicisitudes políticas del país, el papel de educadoras que desempeñaron muchas mujeres y también los roles de las congregaciones católicas, porque la religión siempre fue un campo de participación activa para ellas. Pero también examina la importancia de las mujeres para la construcción de la democracia, y una de las múltiples entrevistas que Alejandra realizó se refiere a Domitila Barrios de Chungara, para examinar cómo las mujeres de las minas aportaron a la reconstrucción de la democracia tras años de dictadura.
Domitila era potosina, pero vivió y murió en Cochabamba. Alejandra Ramírez apunta que es el mismo caso de grupos migratorios provenientes del altiplano, sobre todo, que aportan a la construcción de nuestra ciudad participando en las OTB, porque llegan en condiciones precarias y luchan por tener servicios básicos allí donde se asientan. Ellas representan más del 60 por ciento de la población de esta capital y no se puede prescindir de ellas restringiendo el escenario a las nacidas en Cochabamba.
Sobre el actual proceso, Alejandra Ramírez dice que hay avances, pero que se supeditan al proceso de cambio. Si en la década de los 90 hubo una agenda más feminista, hoy se deja a un lado el tema porque el proceso es lo primero. En este escenario hay que entender los comentarios del presidente Evo Morales, las coplas de Carnaval y otras actitudes que son simbólicas. Hay mucha mayor participación de las mujeres en las OTB, en las juntas vecinales, en el poder municipal, regional y nacional, pero éste es un proceso que fue construyéndose desde la década de los 90 con el avance de la descentralización.
Alejandra afirma con énfasis que las mujeres no le deben a nadie las conquistas que consiguieron, porque ellas solas han construido sus nuevos roles. Hay críticos que discuten la pertinencia de una agenda de la mujer debido a las diferencias de clase, pero Alejandra defiende la agenda común y afirma que es posible construirla respetando la diferencia. En suma, las mujeres, por sus relaciones afines a la comunidad, influyen decisivamente en la calidad de vida.
Hay historiadores que discuten la presencia de ciertas mujeres en la gesta de la Coronilla. Alejandra piensa que ello se debe a la invisibilización que ha rodeado las luchas de las mujeres, porque se tiende a priorizar la participación de los hombres y eso no es cierto. La mujer es madre y pertenece a una comunidad local, pero no es sólo eso, porque tiene una incidencia mayor en la creación de una sociedad. Por esta razón, la diferencia entre lo público y lo privado es una falsa dicotomía.
Un adelanto del libro que preparamos en homenaje al Bicentenario de la Coronilla.
El autor es cronista de Cochabamba

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