Vamos a andar

Los conflictos irresueltos contaminan

Rafael Puente


    27/04/2012   Los conflictos son parte de la vida -a fin de cuentas una enfermedad es una forma de conflicto, sólo que biológico-, incluyendo la vida social y política.

    Los conflictos expresan las inevitables tensiones que son parte de la realidad, de esa realidad que sabemos que es dialéctica, y no hay que asustarse de que ocurran. La historia está llena de conflictos sociales y políticos constructivos; es decir, conflictos a partir de los cuales se produjeron cambios saludables; y esto vale para nuestro país y para el mundo entero.


    El problema es cuando el conflicto se queda estancado, no se resuelve y empieza a podrirse, porque entonces crea un ambiente de contaminación social que daña al conjunto de la población y de la propia estructura social. Y es lo que en este momento está empezando a pasar en nuestro país. Los conflictos se acumulan, se suman, empiezan a contaminarse mutuamente, y es cada vez más la gente para la cual la vida se va volviendo irrespirable.

    El más antiguo es el del TIPNIS, donde por una parte el Gobierno no sólo pasa por encima de anteriores compromisos, y de su propia ley llamada “corta”, sino que pretende una falsa solución por la vía de una “consulta” que a nadie convence, y de una visible manipulación de las comunidades a consultar; y donde por otra parte los protagonistas de la IX marcha indígena ya no parecen tan preocupados de defender a la Madre Tierra como de atacar al Gobierno; y así el conflicto empieza a descomponerse, para mal de todas y todos (incluida por supuesto la Madre Tierra).

    El segundo en antigüedad es el conflicto de los médicos (y médicas) y demás trabajadores y trabajadoras en salud, donde por una parte este sector aparece más preocupado de sus privilegios que de su misión -que es atender a las personas enfermas, aunque sea en condiciones precarias- y tiene a millares de esas personas al borde de la desesperación; y donde por otra parte el Gobierno no sólo no da señales de querer transformar un sistema de salud que es a todas luces deficiente, insuficiente y contradictorio con el Vivir Bien, sino que tampoco cumple la amenaza de resolver el conflicto por la vía expeditiva (sustituir a los médicos huelguistas). Además de que promulgó un decreto que vulnera la ley que regula el ejercicio de la medicina sin haber abrogado previamente dicha ley.

    Y ahora se suman el conflicto del magisterio y el conflicto de la COB (que van juntos, pero que son dos), además de diferentes conflictos con diferentes sectores del autotransporte, y en la mayor parte de los casos predomina la misma tónica: grandes declaraciones afirmando la voluntad de diálogo, pero muy poca disposición a encontrar soluciones concertadas. ¿Y el país? Cada vez más contaminado.

    Además se observa de parte del Gobierno una consternadora incapacidad para prever conflictos; y peor aún, para prever si se los va a poder resolver en la línea del Gobierno -que debería ser la línea del cambio-; haciendo que la Policía actúe de manera contradictoria, reprimiendo unas movilizaciones y bloqueos y tolerando otras, o bien pasándose de la raya a la hora de reprimir, o bien apareciendo débil e insuficiente e incluso reprimida. Y con esta combinación de vacilaciones se acaba de perder el principio de autoridad. ¿Dónde está la acción combinada del Ministerio de Gobierno, del Viceministerio de Coordinación con Organizaciones Sociales y de los respectivos ministerios de cada ramo?

    Y se observa, por parte de los sectores movilizados, el mismo contraste entre un discurso concertador y una práctica cerrada. Pero además ahí está toda esa escenografía macabra de seres humanos que, no contentos con declararse en huelga de hambre -una medida suficientemente dramática-, se tapian en un pequeño recinto, se crucifican en plena calle o colgados de un puente, y amenazan con coserse los labios' De gente que utiliza ese tipo de argumentos, ¿podemos esperar que asuma el nuevo paradigma del Vivir Bien?

    Con estos conflictos no construimos nada, sólo nos vamos deteriorando cada vez más, como sociedad y como país.



    Rafael Puente es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio de Cochabamba.

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