Max Toranzos

ROSTROS. Versos de la Amazonia





06/05/2012   Cuando Max Toranzos participó de la octava marcha por la defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) percibió “la poesía del Tipnis” y ‘escribió’ versos en imágenes.







El fotógrafo acompañó la caminata durante 45 días y producto de su trabajo como reportero gráfico de EL DEBER surgieron muchas de las tomas que componen la exposición Rostros de la Amazonia, que presenta en el espacio de arte Manzana 1.




“De tanto convivir, de ver la nobleza y la sabiduría de cada indígena decidí hacer fotografías para una  exposición que hoy es realidad”, relata  Toranzos sobre el motivo que sustenta la muestra. 


Su inspiración en los protagonistas de la marcha se amplió a la Amazonia cuando tomó distancia de los elementos políticos que incursionaron en los hechos, lo que le permitió ampliar su registro a decenas y decenas de rostros en situaciones cotidianas, espontáneas, naturales y hasta familiares, no solo en los territorios por los que pasó la marcha, sino también en Riberalta y localidades en Pando, donde viajó en días libres y de vacaciones.

Compartió con nativos de varias etnias durante “cinco días que fueron los mejores”, confiesa, y de donde también salieron las que considera sus mejores obras. “Me atendieron de mil maravillas, me integraron como a un hijo, comí las mejores toronjas de mi vida y Ucunavis, enormes tamales de pescado, deliciosos”.

Luego de esa experiencia, para Max Toranzos la Amazonia representa educación, fuerza, alegría y vida reflejadas en niños, adultos y en los colores de su entorno.

“Ver el verde me significa vivir un mundo mejor”, señala y convoca a los que vean su exposición “a proteger y cuidar a nuestros indígenas amazónicos, a no contaminarlos. Es lo que quiero comunicar con mis fotografías. Protejamos su lugar”.

La vivencia enseñó a Toranzos “a respetar a los indígenas, a quererlos más. La naturaleza es un mundo mágico que brinda todo.

Ellos viven felices, el tiempo no pasa en sus lugares”, menciona y cuenta que a una señora centenaria le pidió su juventud “porque a pesar de sus 100 años corría más que yo y trepaba las peñas como si nada. Présteme su energía, le dije”, detalla.

“Me inspiraron los rasgos físicos marcados de la gente, las arrugas de las personas mayores porque en ellas se lee sabiduría. Pero encontré más que solo lo físico. Sus miradas me dijeron que su mundo no tiene avaricia, ni maldad”.
Solo una sala de las cinco dispuestas en la galería Manzana 1 con 73 fotografías está dedicada a la octava marcha por la defensa del Tipnis. 



Reservó ese espacio “para que la gente tenga conocimiento de la lucha de los indígenas, para que vea cómo es ese trayecto al que yo considero un calvario por las inclemencias del tiempo, la altura, el estado de los caminos... No solo el hombre deja huellas. Hombres que caminaban descalzos al parar para un descanso veían el camino sellado en sus pies. Vivir eso fue muy especial. Me llegó al corazón”, revela.

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