El Deber
El armoniquista brasileño Robson Fernandes y el guitarrista Danny Vincent, tocarán esta noche en Clapton, el boliche de la calle Ballivián No. 159. “Es de lo mejor que ha llegado al boliche”, afirma Roque Mendoza, responsable del lugar, acerca del espectáculo blusero.
Junto a los internacionales estarán los músicos locales Sergio Eguino (teclados), Cayo Ribera (bajo) y Carlos Antezana (batería), Glen Vargas Jr. (guitarra) y Mike Cabruja (voz). El costo de la entrada es de Bs 70.
24/07/2012 “Nuestro repertorio es dinámico, tiene mucho vértigo”, dice Vincent. Por su parte, Fernandes explicó que su estilo proviene de la mezcla de las escuelas de Chicago, Texas Nueva Orleans.
Desde hace algunos meses, emprendieron su tercera gira internacional que incluye actuaciones en Argentina y Brasil. “Es la primera vez que visitamos Bolivia”, comenta el guitarrista que tiene como influencias a Eric Clapton, B.B. King, Henry, Jimmy Hendrix, Santana.
Ambos viven en San Pablo y llevan el blues en las venas. “La armónica fue prácticamente hecha para el blues, es un sentimiento inexplicable”, señala Fernandes que aprendió a tocar escuchando a las leyendas como Sonny Boy Williamson, Little Walter y Walter Horton. “El sonido que las personas acostumbran a identificar con el blues es la cosa triste, pero eso es apenas una parte del género, mi estilo tiene mucho de boogie”, añade Fernandes.
Robson Fernandes usa armónicas Suzuki, porque es representante de la marca. “Sus modelos son muy buenos, utilizo 25 armónicas para el espectáculo y toco con un micrófono de la década del 60 enchufado a un parlante de guitarra porque se logra el efecto del sonido como si fuera el de una guitarra. En el 50 Little Walter enchufó su micrófono a un parlante de guitarra y descubrió el paraíso”, explica Fernandes.
Danny toca una Fender Stratocaster y tiene un amplificador hecho a mano por un amigo brasileño. “Con la Fender conseguís sonido que con la Gibson no podés, la Gibson es una guitarra muy agresiva en todos sus micrófonos, mientras que en la Fender hay un sonido muy dulce y tiene un timbre hermoso”, sostiene.
El padre de Vincet fue un cantante de tango muy famoso en Argentina en la década el 40 y su abuelo amaba la ópera, por lo que siempre hubo música en su casa. “Iba gente a nuestra casa todo el tiempo, y siempre las visitas terminaban en guitarreadas, lo que me nutrió desde chiquito”, relata. “Entonces la música siempre estuvo presente para mí, y el blues te da la posibilidad de la improvisación, te permite crear todo el tiempo, no sé si podría ser músico de música clásica, de leer partituras, porque me expreso muy bien a través del blues”, acota.
Robson señala que su padre es de ascendencia negra y que en su casa la música estuvo siempre presente. “Había mucho funk. Cuando tenía 10 años nos mudamos a otra ciudad donde solo se escuchaba jorro (música nordestina de Brasil) y me dije ¿qué es esto?, antes no me gustaba, ahora es diferente, porque es una música alegre”, señala.
“Empecé a tocar flauta, pero pronto perdí el entusiasmo; entonces un día vi a un chico en el colegio con una armónica y le pregunté dónde había conseguido aquel instrumento, me indicó y al día siguiente estaba con mi armónica, que terminé rompiendo porque no conseguía sacarle el sonido de las grabaciones de blues que tenía en casetes, pero luego compré otra y empecé a estudiar”, añade.
Juan Pablo Rodríguez – EL DEBER